En septiembre del año pasado, Abel Martínez (29) tropezó y cayó mientras trabajaba en una construcción en Leonia. Se desgarró un brazo y fue sometido a una operación y no puede trabajar.

“No puedo levantar cosas pesadas, me siento muy enojado porque lo que quiero es volver a trabajar”, dijo el hombre que habla como idioma primario kaqchikel y cuyo caso está en manos de un abogado, por lo que no le fue permitido dar más detalles al respecto.

Tanto Hernández como Martínez, viven de la generosidad de sus connacionales, que les proveen albergue y comida.

La población guatemalteca en Nueva Jersey asciende a 48,869, según datos del Censo del 2010. En los últimos años la cifra en el condado Bergen se triplicó, a 6,165, la mayoría residentes en las ciudades de Fairview y Palisades Park.

Por lo menos seis trabajadores más, que hablaron con este rotativo, indicaron haber sido víctimas de accidentes laborales de diferente índole, pero rehusaron identificar a sus empleadores por temor a no ser contratados en el futuro.

Amy Gottlieb del grupo pro-inmigrante American Friends, basado en Newark, indicó que el problema de la explotación laboral y de accidentes continuará mientras no se logre educar a los trabajadores sobre sus derechos. “Es una comunidad un poco cerrada, por lo que estamos dictando periódicamente clases de orientación, y poco a poco los vamos familiarizando con las leyes”.

Entre tanto Nadia Marín, de la Red Nacional de Jornaleros, aclaró que las historias de accidentes y salarios no pagos es pan de cada día.

“Escuchamos historias todos los días de cómo los contratistas les proporcionan nombres falsos para después evadir responsabilidades”, dijo Marín. “Les recomendamos que usen las cámaras de sus celulares para tomar fotos de las placas de quienes los recogen, así como que anoten los nombres y lugares donde van a trabajar, para que en el futuro sea más fácil reclamar legalmente”.