Bajo la sombra de un árbol en la esquina de Wilshire y Union de Los Ángeles, cuatro jornaleros esperan el milagro de cada día: encontrar trabajo. Marco Mejía, Wálter Castillo, Paulino Ramos y Mario Alonso saben que sin una reforma migratoria prevalecerá esa angustia que experimentan a diario por no tener empleo. "Nosotros no somos carga para el gobierno. Seríamos de mucho más provecho con una reforma migratoria", aseguran todos. Ellos, que forman parte de ese rostro visible del indocumentado en las calles, temen que el plan que se discute en el Senado pudiera dejarlos fuera por el requisito de la declaración de impuestos. "A nosotros nos pagan en cash, no hacemos taxes, creo que nos deberían de dar opciones, así como cuando compras una televisión en la Curacao", comenta Mejía.
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